48 horas en París: una escapada exprés llena de magia

París en dos días suena a poco, pero con una buena planificación y muchas ganas, es posible vivir una escapada mágica. Esta guía exprés está pensada para quienes quieren descubrir lo esencial de la Ciudad de la Luz, sin prisas pero sin perder ni un rincón especial.

Día 1 – Lo icónico

Empieza tu sábado temprano con un desayuno parisino cerca del Campo de Marte: café, croissant y una vista directa a la Torre Eiffel. Si es tu primera vez en París, no dudes en subir: las vistas desde lo alto valen cada escalón o segundo de ascensor.

Desde ahí, camina hasta el Arco del Triunfo, y si tienes energía, sube a su terraza para ver la ciudad desde otra perspectiva. Después, baja por la famosa Avenida de los Campos Elíseos y tómate tu tiempo para disfrutar del ambiente.

A media tarde, visita el Museo del Louvre, aunque sea solo para admirar su arquitectura y ver algunas obras clave. Si prefieres algo más relajado, cruza el río y pasea por los Jardines de las Tullerías hasta llegar al barrio de Saint-Germain, perfecto para una cena en un pequeño bistró con encanto.

Día 2 – El alma bohemia de París

El domingo es ideal para explorar Montmartre. Sube con calma hasta la Basílica del Sagrado Corazón y tómate un momento para contemplar la ciudad desde arriba. Después, piérdete entre sus callecitas llenas de artistas, cafés y vida parisina.

Haz una pausa para almorzar en alguna terraza del barrio y luego desciende hacia el Sena. Cruza el Pont des Arts, pasea por la Île de la Cité y admira Notre Dame desde el exterior. Si tienes tiempo, visita la Sainte-Chapelle, una joya escondida de vitrales impresionantes.

Antes de despedirte, termina tu escapada con un paseo al atardecer por el río, quizás con una crêpe en mano. París se ve especialmente hermosa cuando se despide con esa luz dorada de final de día.

Consejo final: París no se ve en dos días, pero se siente. Deja espacio para lo inesperado, para una conversación con un librero junto al Sena o una copa de vino sin mirar el reloj. Porque en esta ciudad, los mejores momentos no siempre están en el mapa.

Vista desde la Galeries Lafayette

Montmatre

Museo de El Louvre

Torre Eiffel

París desde las alturas: La Torre Eiffel como telón de fondo

Ver la Torre Eiffel desde lo alto es una de esas experiencias que se graban en la memoria. No hace falta subir al propio monumento para apreciarlo; a veces, las mejores vistas se encuentran en los lugares menos esperados: una terraza escondida, un café elevado, o el último piso de unos grandes almacenes centenarios.

Una de las panorámicas más sorprendentes la ofrece la Galeries Lafayette Haussmann. Subir a su terraza —de acceso gratuito— es como abrir una ventana privada a París. Desde allí, la ciudad se extiende elegante, con tejados grises, cúpulas doradas y, al fondo, la silueta inconfundible de la Torre Eiffel. A cualquier hora del día la vista es impresionante, pero al atardecer, cuando el cielo se tiñe de rosa y las luces comienzan a encenderse, el momento se vuelve casi cinematográfico. Es un lugar ideal para detenerse unos minutos, cámara en mano o simplemente en silencio, compartiendo la vista con alguien especial.

Pero París no se conforma con un solo ángulo. En el elegante barrio de Passy, el Sequoia Rooftop Bar (en el hotel Kimpton St Honoré) ofrece una vista moderna y despejada de la Torre, perfecta para una copa de vino blanco al final del día. Más íntimo, el Terrass” Hotel en Montmartre te permite verla desde lejos, envuelta en niebla o brillando entre las luces de la ciudad, como una promesa lejana pero constante.

Y si buscas una experiencia más auténtica, las terrazas de algunos cafés de Trocadéro ofrecen una vista cercana y directa de la Torre Eiffel, ideal para desayunar con la torre asomando entre tazas de café y croissants.

Cada terraza cuenta su propia versión de París. Algunas son glamorosas, otras discretas. Pero en todas, la Torre Eiffel aparece como un recordatorio constante de que estás en uno de los lugares más bellos del mundo. No hace falta decir mucho. Solo mirar. Y recordar.

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